CULTURA I TRADICIONS DELS ANTICS PASTORS DELS PORTS I DEL MAESTRAT MISTICISMES DE LA CULTURA PASTORIL , SÍMBOLS MÀGIC I RELIGIOSOS DEL MÓN RURAL. CULTURA Y TRADICIONES DE ANTIGUOS PASTORES DEL TÉRMINO DE ALCALÀ DE XIVERT (CASTELLÓN)
LAS PIEDRAS DE CENTELLA
ESCRIBE: JUAN EMILIO PRADES BEL
Una de las amenazas naturales más temida por los agricultores, pastores y otras gentes de campo han sido las tormentas y en especial las acompañadas con aparato eléctrico “les tronaes o tronades”, en general todos los fenómenos tormentosos despertaban el respeto y el temor de las gentes de ruralía por los efectos desastrosos, que podían conllevar sobre los cultivos, las casas, las personas y los animales, los efectos meteorológicos no fallaban a la cita y con más o menos violencia casi todos los años solian ocasionar los fenómenos tempestuosos algún tipo de merma de más o menos cuantia a casi todos los propietarios agropecuarios . De ahí que como prevención contra el desastre natural de “les tronades”, se hizo necesario aplicar un frente de lucha más o menos efectivo pero reconfortante anímicamente contra el maleficio proveniente de los rayos y las centellas, y las lluvias torrenciales y el granizo. La mentalidad popular impiricamente con el tiempo y con el paso de los años, durante siglos y milenios hasta mitad del siglo XX, fue tejiendo y fermentando un conjunto de creencias y supersticiones para protegerse de sus humanos temores a los efectos nocivos de los procesos tormentosos y tempestivos.Estas actuaciones antrópicas de protección incluían los toques de campana en ermitas e iglesías y conjuros para detener las nubes, así como los rezos y salmos a Santa Bárbara u otros santos protectores gremiales o devocionales. No faltaba tampoco la costumbre de emplear dentro de las casas objetos bendecidos en lugar santo como las velas de Jueves Santo, las botellitas de agua bendecida o colocar a la puerta de entrada a la vivienda instrumentos a los que se les atribuía un poder especial como eran a los instrumentos cortantes, las hachas, cuchillos, guadañas, “dalles”, hoces, “corvelles”, “falçons”, tijeras, palas, la sal bendecida, la sal común,.... junto a estos también se creía en el poder de las piedras para alejar a las nubes, y por ello en algunos hogares, establos y otras dependencias a proteger se conoce el empleo de un amuleto de singular poder como era la piedra del rayo o piedra centella (se pensaba que las piedras de silex, pedernales, cristales de calcita, cristales de roca, cuarzos,... se tenía la certeza que eran producidos por los rayos al caer a la tierra y al adentrase en ella fundian las rocas del subsuelo convirtiendose en cristal de roca, y también existía la creencia que se formavan en las nubes y traídas a la tierra arrastradas en la caída del rayo o con la lluvía del mismo y eran piedras singulares con un poder divino. También hay constancia del uso apotropaico (mecanismo de defensa contra supersticiones) de fósiles de piedra, que se ha mantenido hasta épocas muy recientes como creencia, era habitual ver fósiles petrificados como amuletos protectores dispuestos a las puertas y ventanas de las casas y masías, y también de incrustados en las paredes . En la actualidad se ha perdido el concepto y conocimiento de la veneración de los fósiles como amuleto protector contra tormentas y otros males, más bien en la actualidad los fósiles se ven como objetos de coleccionismo y se les dá un uso decorativo que todavía es visible en las fachadas y en el interior de las casas de pueblos castellonenses (La Mata de Morella, Peñiscola, Xert, Cálig, Ares del Maestre, Castellfort, Vilafranca, Xodos, Canet lo Roig, ...).
Una de las amenazas naturales más temida por los agricultores, pastores y otras gentes de campo han sido las tormentas y en especial las acompañadas con aparato eléctrico “les tronaes o tronades”, en general todos los fenómenos tormentosos despertaban el respeto y el temor de las gentes de ruralía por los efectos desastrosos, que podían conllevar sobre los cultivos, las casas, las personas y los animales, los efectos meteorológicos no fallaban a la cita y con más o menos violencia casi todos los años solian ocasionar los fenómenos tempestuosos algún tipo de merma de más o menos cuantia a casi todos los propietarios agropecuarios . De ahí que como prevención contra el desastre natural de “les tronades”, se hizo necesario aplicar un frente de lucha más o menos efectivo pero reconfortante anímicamente contra el maleficio proveniente de los rayos y las centellas, y las lluvias torrenciales y el granizo. La mentalidad popular impiricamente con el tiempo y con el paso de los años, durante siglos y milenios hasta mitad del siglo XX, fue tejiendo y fermentando un conjunto de creencias y supersticiones para protegerse de sus humanos temores a los efectos nocivos de los procesos tormentosos y tempestivos.Estas actuaciones antrópicas de protección incluían los toques de campana en ermitas e iglesías y conjuros para detener las nubes, así como los rezos y salmos a Santa Bárbara u otros santos protectores gremiales o devocionales. No faltaba tampoco la costumbre de emplear dentro de las casas objetos bendecidos en lugar santo como las velas de Jueves Santo, las botellitas de agua bendecida o colocar a la puerta de entrada a la vivienda instrumentos a los que se les atribuía un poder especial como eran a los instrumentos cortantes, las hachas, cuchillos, guadañas, “dalles”, hoces, “corvelles”, “falçons”, tijeras, palas, la sal bendecida, la sal común,.... junto a estos también se creía en el poder de las piedras para alejar a las nubes, y por ello en algunos hogares, establos y otras dependencias a proteger se conoce el empleo de un amuleto de singular poder como era la piedra del rayo o piedra centella (se pensaba que las piedras de silex, pedernales, cristales de calcita, cristales de roca, cuarzos,... se tenía la certeza que eran producidos por los rayos al caer a la tierra y al adentrase en ella fundian las rocas del subsuelo convirtiendose en cristal de roca, y también existía la creencia que se formavan en las nubes y traídas a la tierra arrastradas en la caída del rayo o con la lluvía del mismo y eran piedras singulares con un poder divino. También hay constancia del uso apotropaico (mecanismo de defensa contra supersticiones) de fósiles de piedra, que se ha mantenido hasta épocas muy recientes como creencia, era habitual ver fósiles petrificados como amuletos protectores dispuestos a las puertas y ventanas de las casas y masías, y también de incrustados en las paredes . En la actualidad se ha perdido el concepto y conocimiento de la veneración de los fósiles como amuleto protector contra tormentas y otros males, más bien en la actualidad los fósiles se ven como objetos de coleccionismo y se les dá un uso decorativo que todavía es visible en las fachadas y en el interior de las casas de pueblos castellonenses (La Mata de Morella, Peñiscola, Xert, Cálig, Ares del Maestre, Castellfort, Vilafranca, Xodos, Canet lo Roig, ...).
Físicamente, el rayo es una chispa eléctrica
de una gran intensidad que se produce entre dos nubes, o entre partes de una
misma nube o entre una nube y el suelo que son los peligrosos para la
integridad física y moral de las personas. Las gentes de Alcalà de Xivert y de
toda la comarca llaman de múltiples maneras a los rayos: llam, llams,
llamps, rellams, llampec, llampecs, llampegá, llampegues, centella, centelles,
xispa, chispes, chispes eléctriques, chispes de tró, rayos, ratxos….
Muchas historias recogen los efectos perjudiciales de los rayos y las muertes que han llegado a ocasionar tanto en personas como en animales. Como ejemplo se puede mencionar lo acaecido en el monte Madaleno en un lado de la vereda azagador entre el Corral Gran y el corral de Cherta, hay una gran cruz sobre pedestal todo esculpido en piedra caliza, y que lleva una inscripción que dice así:
Muchas historias recogen los efectos perjudiciales de los rayos y las muertes que han llegado a ocasionar tanto en personas como en animales. Como ejemplo se puede mencionar lo acaecido en el monte Madaleno en un lado de la vereda azagador entre el Corral Gran y el corral de Cherta, hay una gran cruz sobre pedestal todo esculpido en piedra caliza, y que lleva una inscripción que dice así:
“Aquí falleció de una centella
Bautista Guillamón Arnau 19 de septiembre de 1907 RLI”. De esto hace
más de cien años, pero todavía hay memoría de los hechos, se tratava de un
vecino que venia del corral de Cherta, y bajava del monte por la vía pecuaría
del “Assagador de la Bassa Azmet”, caminando con una caballería equina
mulo o burro llevandolo del ramal y un perro, todos valle abajo. Les alcanzó la
tormenta con relámpagos y truenos, y una centella los mató a Bautista, al perro
y a la caballería quedando carbonizados en el lugar donde esta la cruz puesta
en el sitio donde acaeció el fatídico suceso, en cuyo lugar la familia erigió
dicho monumento en memoría del finado.
De todos los meteoros que se manifiestan
durante las tormentas (vientos, relámpagos, rayos, truenos, lluvias y granizo),
el rayo es uno de los más temidos por las gentes, el trueno es el chasquido que
determina su fuerza y violencia y encoge el ánima por su gran poder al sentirlo
encima.
“Las piedras de centellas se
las ha relacionado con la cultura de los pastores de los pastos de montaña de
Alcalà habidos por estas latitudes desde la época medieval hasta principios del
siglo XX. Las piedras centellas son cristales de calcita, que por
inscrustaciones minerales le difieren un color amarillo, el mismo color de los
relámpagos, de ahí su valoración mística y mágica”. (J.E.P.B.)
Refraner popular: ¡On es deixa caure una centella deixa una pedra!
Refraner popular: ¡On es deixa caure una centella deixa una pedra!